17.6.12

~ FUENTE de SALVACIÓN ~



“El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano en la tierra;
duerma o se levante, de noche o de día,
el grano brota y crece, sin que el sepa como”.


del Evangelio del día (Mc 4, 26-34)
XI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

25.8.10

PEREGRINACIÓN de FAMILIAS INVENCIBLES a SANTIAGO




Caminando hacia la Luz














Somos el buen olor de Cristo (2Cor 2, 15). Pablo contempla la acción evangelizadora como un difundir por el mundo entero el buen olor del conocimiento de Aquél cuyo nombre es ungüento derramado. En el fondo de esta imagen late la convicción del inmenso atractivo de Cristo y de su amor, que excede todo conocimiento (Col 3, 19). Pero el Apóstol era consciente de que el Evangelio no podía ser testimoniado eficazmente de manera individual. Sólo una comunidad transfigurada por Cristo se constituía en signo creíble del Evangelio.
Jesús había proclamado: Vosotros sois la luz del mundo (Mt 5, 14-16). Vosotros quiere decir la comunidad cristiana, la Iglesia). Pablo nos exhorta a sus discípulos a vivir como hijos de la luz (Ef 5, 8; 1 Tes 5, 4); los que antes eran tinieblas ahora son luz en el Señor. En Fil 2, 14-16 se presenta esta vida nueva, este vivir como hijos de la luz, en conexión directa con la evangelización. En medio de una generación tortuosa y perversa, Pablo exhorta a los Filipenses a ser irreprochables e inocentes, hijos de Dios sin tacha; de ese modo brillarán como antorchas en el mundo (Fil 2, 15) y presentarán a ese mundo corrompido la Palabra de vida. Con su vida santa la comunidad cristiana presenta eficazmente la Palabra creadora de vida.
Pablo insiste en la caridad como resumen de la ley (Rom 13, 8-10), pues sabe que es el amor -especialmente el amor al enemigo- la única fuerza capaz de cambiar el mundo. El mal sólo puede ser vencido con el bien (Rom 12, 14-21). Cristo se ha entregado para hacer de nosotros criaturas nuevas (2 Cor 5,17), y sólo una comunidad verdaderamente nueva es signo elocuente de Cristo.
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Fotos: Miguel Castaño